VIVE, DISFRUTA Y GOZA EL
ARTE WAYUU.
El
artesano wayuú ha guardado conocimientos que han pasado de una generación a
otra para crear variedad de objetos de singular belleza, trabajados con
diversidad de técnicas y formas que hacen de su arte un “museo viviente”, una
expresión auténtica del arte indígena Colombiano, patrimonio de la humanidad.
Las manos wayuú no han dejado de expresarse mediante el arte y su producto es
reconocido en donde ha tenido oportunidad de mostrarse. Desde la construcción y
distribución de sus peculiares comunidades o rancherías –Piichipata-, hasta el
delicado tejido en cestería del sombrero, el wayuú manifiesta a través de sus
colores subidos, su alegría.
Estas
mochilas son la máxima expresión de los sentimientos y pensamientos de la
cultura, en ellas se representan animales, astros, plantas y huellas que han
dejado sus ancestros simbolizadas con figuras geométricas. Entre mayor sea la
complejidad de las figuras, mayor será el costo de la mochila, una relación
costo-beneficio en donde ellos nos comparten no solo su arte sino sus mitos,
sus historias, sus creencias y sus sentimientos y nosotros aportamos a la
sostenible de esta cultura además de poder lucir tan hermoso accesorio.
WALE’ KERÜ (LA ARAÑA).
El
tejido para el pueblo wuayúu más que una práctica cultural y una herencia de
sus ancestros, es una forma de concebir y expresar la vida tal como ellos la
sienten y la desean.
Según
cuenta la historia, la araña o Wale’ Kerü fue quién le enseñó a tejer a la
mujer Wayúu. Wale’ Kerü es una araña tejedora que cuando amanecía ya tenía
hechas fajas y chinchorros, y hacía siempre sus dibujos antes de la primavera.
Los
Wayúu entonces le preguntaban cómo las había hecho, entonces la araña empezó a
contarles. Cuentan que Wale’ Kerü enseñó primero a una sola mujer. Esa mujer
luego contó que la araña les enseñaría a tejer si ellas le daban un burro o una
cabra, y entonces allí los Wayúu le dieron sus prendas y collares.
La
historia también dice que Wale’ Kerü se enamoró de un Wayúu, se fugó con él y
al él llevarla donde su familia la madre del wayuu le dijo: “Toma este material
para que hagas fajas” y Wale’ Kerü se comió todo el algodón y luego de su boca
empezó a salir el hilo ya torcido y preparado para tejer.
Wale’
Kerü enseñaba a las muchachas que
permanecían en el encierro, les pedía mucha atención, que no miraran para los
lados, que no se distrajeran, pues ella no podía estar enseñando siempre.